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La discusión sobre cómo debería ser un sitio de memoria

La Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos se quejó días atrás porque en la ex ESMA se realizó un asado y por el ensayo de una murga. “¿Memoria es tener sitios de memoria vacíos, sin actividades y con edificios que se caen?”, se preguntaron desde HIJOS. En marzo se cumplirán diez años desde que el predio dejó de ser de la Marina y se reconfiguró como espacio de memoria. Un debate abierto.

Si la memoria es siempre un relato social, ¿cómo se construye la memoria de una sociedad? “¿Cómo se transmite a las generaciones futuras la historia del horror? ¿Cuál es la relación entre memoria y justicia? ¿Qué historia es la que se busca transmitir? ¿Cuál es la relación entre el pasado y el presente? ¿Cómo se le da espacio a las diferentes voces, a las diversas memorias?" Estas preguntas se hace la argentina Andrea Lorenzano -residente en México y doctora en Letras- en el prólogo de “Memoria en construcción. El debate sobre la ESMA”, del fotógrafo Marcelo Brodsky, hermano del detenido-desaparecido Fernando Brodsky. El excelente libro es de 2005, pero los interrogantes que plantea siguen siendo muy actuales. Más ahora, cuando la ex ESMA volvió a estar en el centro de la discusión por las actividades que se realizan en el predio.

Desde 2004 la ESMA no es más la ESMA. Uno de los mayores campos de tortura y exterminio clandestino de la última dictadura se reconfiguró el 24 de marzo de ese año. El entonces presidente Néstor Kirchner decidió la restitución de los terrenos y la desafectación de su uso militar. Desde entonces, es el Espacio para la Memoria, Promoción y Defensa de los Derechos Humanos. En la ex ESMA hay 34 edificios y todo el predio. No es un museo. Es un sitio de memoria, pero no del estilo de los campos de concentración nazi. Alemania optó, en general, en mostrar el horror y no intervenir los campos. Las barracas, los hornos, el tendido de las vías, la ropa de los detenidos: todo sigue igual. En la ex ESMA, sólo los lugares que funcionaron como centro clandestino, de cautiverio o tortura, están preservados. Por ejemplo, el Casino de Oficiales: por allí ya pasaron más de 70 mil personas en visitas guiadas, que conocieron de frente las dimensiones del horror.

Días atrás volvió a ser noticia: los diarios Clarín y La Nación fogonearon una noticia sobre un “asado al aire libre” y el “ensayo de una murga”, a partir de un comunicado de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD). “La ESMA no debe ser un espacio de jolgorio y festejos sino de interpelación con respecto al genocidio perpetrado en la Argentina y sus consecuencias hasta el presente. Toda ella debe estar en función de la construcción de la memoria de nuestro pueblo”, señalaba el escrito. Para el organismo, el asado fue “hiriente” porque lo relacionan con las cremaciones clandestinas que los marinos hacían en el campo de deportes. Un columnista de La Nación habló del “malestar por la utilización inapropiada de un sitio destinado a preservar la memoria”. “¿Memoria es tener sitios de memoria vacíos, sin actividades y con edificios que se caen?”, se preguntaron desde HIJOS en un comunicado, que titularon “Basta de mentiras sobre la ex ESMA”.

“Los espacios de memoria no son cementerios”

 Con la polémica instalada, la senadora Norma Morandini dijo: “No bailen sobre la tumba de nuestros muertos”. La murga es parte de las actividades cotidianas: una práctica de los alumnos de la Tecnicatura de Música Popular, que funciona en el predio. Estaban ensayando el tema “Desapariciones”, de Rubén Blades, que luego sería presentado en el acto de las Madres, Familiares y Abuelas por el Día del Detenido-desaparecido. “Lamentamos que se tergiverse una actividad que viene desarrollándose con la presencia de más de cien jóvenes que se forman como músicos sociales y que también estudian y reflexionan la historia reciente y los derechos humanos como parte esencial de la resignificación del Espacio Memoria y Derechos Humanos”, explicaron desde Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora.

El debate sobre qué hacer con la ex ESMA y los centros clandestinos no está clausurado. Paula Maroni es la representante de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación en el Espacio Memoria. “Hoy el Espacio Memoria está siendo tema de discusión en los medios masivos y en la sociedad en general, y está muy bien que así sea”, señaló a Infojus Noticias. “La recuperación de los espacios de memoria es un fenómeno nuevo que sólo es posible porque se están realizando los juicios a los responsables del genocidio. Es un debate que no se pretende saldado. Como Estado, tenemos el deber de promocionar y defender los derechos humanos, a través de actividades artísticas, educativas, culturales, de debate y reflexión”. 

“No recuperamos los ex centros clandestinos de detención, tortura y exterminio para hacer un duelo personal”, señalaron desde HIJOS. “Vivimos tiempos de cambio que dan lugar a nuevos debates. Si no tuviéramos más de 400 genocidas condenados y más de mil procesados, probablemente no estaríamos discutiendo el rol social que deberían cumplir los sitios de memoria. Es un debate que no pretendemos saldar de un día para el otro. Ni tampoco creemos que sea una discusión sólo de afectados directos, sino del pueblo argentino. Todas las voces son válidas. No hay una única manera de recordar, sentir y reivindicar a nuestros muertos y su lucha”.

Los integrantes de HIJOS reconocen que no fue fácil habitar la ex ESMA, donde murieron o estuvieron detenidos sus padres y hermanos. Entendieron que “nada se podía construir desde la tragedia, que los espacios de memoria no son cementerios". "Debemos resignificarlos -subrayaron- para que desde la alegría de estar vivos y dignos, puedan ser apropiados por el pueblo". Y eso es lo que sucede a diario en el predio: “Se trabaja, se estudia, se debate, se milita, se hacen visitas guiadas, talleres para escuelas, actividades de memoria y homenaje, los trabajadores y visitantes almuerzan, toman mate, ríen, lloran, como parte de la vida”.

No sacralizar ni clausurar el debate

“Los ‘sitios históricos’ que son testimonios materiales, como es el caso de la ESMA, contribuyen al conocimiento de los hechos y funcionan como denuncia, prueba y evidencia de lo ocurrido. Ése es el primer motivo para rescatarlos y preservarlos. No es el único. Su potencial de transmisión es enorme y el resultado depende de cómo se los use. Desde mi perspectiva, se trata de aprovecharlos, no en sacralizar y clausurar sino, por el contrario, para motivar el diálogo intra e intergeneracional sobre lo ocurrido”, analiza Lila Pastoriza en “Memoria en construcción”. Pastoriza es periodista y sobreviviente de la ESMA.

Y aporta una mirada muy lúcida: “Entiendo que quienes fuimos militantes políticos y sobrevivimos al terror del poder podemos cumplir un papel significativo en este proceso de construcción de la memoria. Para ello no sólo importa saber que nuestro testimonio ayuda a conocer lo sucedido, sino también ser conscientes de nuestras limitaciones y abrirnos al diálogo con muchos otros cuyas marcas no son las nuestras ni lo es el sentido que da un pasado más o menos compartido.”

Leonardo Fossati es un nieto restituido por Abuelas de Plaza de Mayo. Es representante del directorio de los organismos de Derechos Humanos en el Espacio Memoria. “Si bien en marzo de 2014 se cumplirá el décimo aniversario de la recuperación del predio, hace tres años que se está trabajando de forma más activa en la refuncionalización de los edificios. Es decir, que estamos en una etapa de construcción colectiva de consensos entre las tres representaciones que administran el espacio: el Archivo Nacional de la Memoria, por el gobierno nacional; el Instituto Espacio por la Memoria, por la ciudad de Buenos Aires; y el directorio de los organismos de derechos humanos”, explicó a Infojus Noticias. Y destacó que la participación de visitantes crece exponencialmente año a año. “Eso genera un ida y vuelta para proyectar actividades a futuro”.

En un debate surgido en Página/12 a partir de una denuncia anterior sobre otro asado en la ex ESMA, en enero, el periodista Luis Bruschtein y la AEDD intercambiaron opiniones. El organismo subrayó que está en contra de la “resignificación” del predio. Bruschtein planteó: “Nadie puede considerarse dueño de la carga simbólica de los centros clandestinos de detención. Todos tienen derecho a opinar y decidir y nadie honestamente puede asumirse como representante (o dedo acusador) de los desaparecidos”. Y destacó que la mayoría de los organismos de derechos humanos piensa diferente a AEDD.

La discusión sigue abierta.

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