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La fotografía en la enseñanza del Diseño. La fascinación de la imagen

Resumen: Lo interesante, en este análisis, es observar cómo se puede poner de manifiesto, a través de esas imágenes, la idea, el concepto y la realidad que se pretende representar. El alumno puede completar su idea e, incluso, también ser crítico e La representación fotográfica refleja y documenta en su contenido no sólo una estética inherente a su expresión, sino también una estética de vida… Boris Kossoy

Desde su invención, el hombre ha experimentado por 
la fotografía una fascinación particular. Quizá porque, 
como dice Barthes: “es más bien una agitación interior, 
una fiesta o, también, una actividad, la presión de lo
indecible que quiere ser dicho… “ (1989, p.53.)
En las carreras de Diseño, muchas materias recurren al 
uso de la fotografía como medio o aporte para el mensaje 
pedagógico. Tal es el caso de Diseño de Indumentaria, 
Diseño Gráfico, Imagen y Sonido, o Publicidad, entre otras.
Lo interesante es que existen referentes para cada una de 
estas disciplinas y la imagen documenta y testimonia el 
lenguaje visual, interpretándolo y adaptándolo a su
medio específico.
Bien sabemos la importancia que la fotografía ha tenido 
a lo largo de su historia. Como documento, testimonio, 
composición artística, experimentación y creación. Muchas 
sus aplicaciones, tanto como fuente de inspiración o como 
registro de una sociedad. Margarita Alvarado Pérez, 
profesora de Estética de la Pontificia Universidad Católica 
de Chile, hace suyas las palabras de Geoffrey Batchen al 
manifestar que la fotografía constituye un sistema convencional 
de representación visual y manifiesta: “(...) Sabemos que 
se construye a partir de convenciones específicas que se 
materializan de acuerdo a ciertos dispositivos y procedimientos 
específicos de lo fotográfico, manejados por un operador (…) 
Este operador, además de su conocimiento técnico y especializado 
maneja una serie de convenciones que se encadenan en el 
acto de fotografiar.” (2006, p. 37)
Podríamos asegurar entonces que la fotografía es la “recreación“ 
de un hecho o de una idea, pero lo que no
podemos dejar de reconocer que “representa” un momento
histórico específico y una cultura determinada.
Si tomamos la definición de la palabra “imagen” en su
primera acepción, la consideraremos como: figura, representación,
semejanza y apariencia de algo.
Estos elementos son, precisamente, los necesarios que la 
fotografía tiene para ser aplicable a las diversas formas 
interpretativas que permiten “ilustrar” cada una de las materias 
que componen las carreras de nuestra facultad.
Hoy, nos resulta impensable no disponer de “imágenes” para 
reforzar un mensaje. Porque la fotografía nos permite captar 
el momento y su realidad, plasmar un documento,
manifestar una idea, concretar un proyecto.
También, observar las cualidades de un producto, 
diseñar un estilo, contar una historia, plantear un 
problema, realizar un catálogo.
Ésta y muchas aplicaciones más, se pueden apreciar 
en cada uno de los trabajos que los alumnos exponen 
en el momento de la defensa de su trabajo final.
¿Cómo se podría dar animación, entonces, si carecemos 
de la esencia misma de esa imagen seleccionada? En cada 
uno de los trabajos presentados, las fotografías complementan 
el mensaje e ilustran el concepto. Pero la fotografía en sí 
es mucho más que un simple acompañamiento del lenguaje.
El acto fotográfico conlleva no sólo el conocimiento técnico, 
imprescindible para su elaboración, sino que tiene la 
posibilidad de establecer el suficiente criterio y sensibilidad 
para demostrar y captar lo que su autor se
ha propuesto.
En sus inicios, la fotografía era un sistema técnico que 
permitía congelar el instante elegido. Con el transcurso 
de los años, los investigadores empezaron a analizar qué 
iba más allá de lo que la imagen quería mostrar. Para 
aquel que no está compenetrado con la importancia o 
la tecnicidad de la fotografía, sólo aprecia lo que
ella dice o lo que pretende transmitir.
“No porque las fotos no puedan mentir, sino porque, 
en cuanto salen del cuarto oscuro, quedan fijadas, 
inmutables.” (Coetzee, 2005 p. 67).
La diferencia entre la imagen analógica y la digital 
no es tema que trataremos aquí. Lo interesante, en 
nuestro análisis, es observar cómo se puede poner 
de manifiesto, a través de esas imágenes, la idea, el 
concepto y la realidad que se pretende representar.
Para el húngaro Brassai (1899-1984), realizador de 
fotografías donde la ironía y el doble sentido son sus 
ejes fundamentales: “La fotografía tiene un destino doble… 
es hija del mundo aparente, del instante vivido y como 
tal guardará siempre algo del documento histórico o 
científico sobre ella; mas ella es también hija del rectángulo, 
un producto de las bellas artes, el cual requirió el
‘rellenamiento’ agradable o armonioso del espacio con
señales en blanco y negro o en color. En este sentido, la
fotografía tendrá siempre un pie en el campo de las artes
gráficas y nunca será susceptible de escapar de este
hecho.” (1968, p. 14).
Porque la fotografía es esencia de nosotros mismos. Un 
lenguaje adaptable al momento y las necesidades que se 
requieren e imprescindible como mensaje cultural. Resulta 
bastante llamativo, hasta en su misma acepción, cómo se 
impuso en la terminología corriente desde sus inicios.
Pierre Sorlin, realiza un interesante relato respecto de esta 
afirmación: “Toda invención, a partir del momento en que 
comienza a ser difundida, introduce en la lengua cierta cantidad 
de términos técnicos que se integran más o menos 
rápidamente al vocabulario corriente. La mayor o menor 
facilidad con que las nuevas palabras son adoptadas traduce 
la manera en que el público se representa la innovación y 
se acostumbra a ella. Se necesitaron veinticinco años para 
que ‘avión’ reemplazara a ‘aeroplano’ y fonógrafo sobrevivió 
tres décadas a la expansión del ‘tocadiscos’. Por el contrario, 
los términos referentes a la imagen analógica se impusieron 
en el momento de su aparición.” (2004, p. 27)
El poder “ilustrar” mediante la presentación de fotografías, 
permite reforzar el mensaje y ubica en tiempo y espacio 
a su autor.
A medida que nos adentramos en el concepto fotográfico, 
podemos ver cuán importante es conocer su sentido, no 
sólo visual, sino cultural.
Los libros ilustrados con fotografías, surgieron en nuestro 
país en las primeras décadas del siglo XX, adornando y 
mostrando algún tema que necesitaba ser enriquecido. 
El libro de lectura introdujo esta modalidad del uso de la 
fotografía y revalorizó la imagen que así se utilizó como 
elemento didáctico.
Hacia 1906, Pablo Pizzurno, Director General de Escuelas 
y Presidente del entonces Consejo Nacional de Educación, 
planteó esa incipiente modalidad: “Las buenas láminas 
que el libro contiene son, además, un precioso recurso 
para los ejercicios del lenguaje. Se suple con ellas, y 
hasta con ventajas la pobreza, a menudo franciscana, 
de las escuelas en materia de ilustraciones destinadas 
a ese fin.” (Incorvaia, 1995, p.185.)
Con el transcurso de los años, esas escasas fotografías, 
que buscaban ilustrar la cotidianeidad, fueron dando 
paso a la reproducción de obras de arte, imágenes de 
la ciudad, avances tecnológicos, el desarrollo de la 
producción y hasta la experimentación de trabajos 
científicos. Las primeras empresas argentinas que 
recurrieron al uso de la fotografía fueron las firmas Ángel 
Estrada y Editorial Kapelusz; muchos profesionales del 
campo de la fotografía colaboraron en aquellos manuales 
elementales brindando su sensibilidad y talento. Hans 
Mann, Lidia Márquez, Cornell Josifovich, Ignacio Corvalán, 
en nuestro país, son algunos de los nombres que mostraron 
y captaron las imágenes que ilustraron esos libros. A partir 
de los años ochenta del siglo XX, el uso del color en forma 
sistemática, permitió mayor verosimilitud, junto con espacios 
más amplios destinados a la aplicación de fotografías.
De este modo, muchos textos basaron su estrategia 
pedagógica en las fotografías como eje principal de la 
enseñanza. En la actualidad, la presentación fotográfica, 
sea ésta analógica o digital, en las evaluaciones de nuestra 
facultad, sustenta el mensaje y pone de manifiesto de 
manera contundente los contenidos programáticos.
Así como en Licenciatura en Fotografía la técnica constituye 
un eje troncal, en las demás carreras, la fotografía acompaña 
el testimonio, mediante un uso adecuado de la luz, los planos 
y los encuadres elegidos. También, sirve como apoyo para 
la hipótesis planteada.
Le permite al alumno poder completar su idea e, incluso, 
también ser crítico en el momento de su presentación personal, 
destacando o ponderando los aspectos relevantes de 
su propio trabajo.
Por eso, al hablar de “imagen espejada”, nos referimos a que 
la fotografía nos devuelve otra imagen con su carga cultural 
y simbólica. Es el simbolismo uno de los ejes disciplinares 
que tenemos en cuenta en el momento de calificar el trabajo. 
Un simbolismo que va más allá del mero registro.
Rescatamos su valor cultural, su sentido ideológico, su estructura 
misma. Estos elementos los podemos apreciar a través de lo que 
observamos en el mensaje explícito y en aquellos que la 
connotación nos aporta: gestualidad, actitud, postura.
Los referentes son muchos y notables en cualquiera de 
las disciplinas mencionadas.
Importa entonces, el modo de manifestar la propuesta y 
la estética empleada. Para ello, nada mejor que recurrir 
a los “antecedentes” de aquellos que a través de la moda, 
el diseño, la experimentación y la arquitectura han podido 
brindar el mensaje cultural propuesto. La fotografía conforma 
“una ventana” a la que nos asomamos para ver el mundo 
que nos rodea. El autor de la imagen observa, según palabras 
de Horacio Coppola “lo real imaginado”. Desde esa ventana, 
mítica en el campo de la historia de la fotografía, apreciamos 
el modo de representación.
A tal punto la fotografía se ha convertido en un lenguaje visual 
imprescindible que, como menciona Mario Valenzuela en su nota 
“Fotoperiodismo: desde la fotografía a la postfotografía”: 
“Los hábitos de abstracciones verbales se detuvieron y 
son cambiados por una riqueza de impactos visuales: 
“el pensar se interrumpe por el ver”. La imagen ha llegado 
a ser socio y rival del mundo (…) las fotografías alteran y 
amplían nuestras nociones de que vale la pena mirar y 
que tenemos derecho a observar.” (2000. N° 12).
Podríamos entender así que esas imágenes que ilustran 
las evaluaciones respectivas pueden servir para ser 
comercializadas, reproducidas e, incluso, formar parte de 
un catálogo o porfolio profesional que demuestre la 
capacidad de su autor.
Nos hemos referido hasta ahora a la enorme importancia 
que la fotografía reporta, pero siempre como un “medio” 
que nos permita lograr un mejor acercamiento al tema 
en cuestión. Pues si bien vivimos en un mundo rodeado 
de imágenes, no podríamos nunca tener una idea cabal 
de nuestro pensamiento si no fuese gracias al conocimiento 
racional y a la retórica adecuada. Debemos tener en cuenta, 
entonces, el valor insustituible de la iconicidad de la imagen, 
pero, a su vez, poseer una exacta noción que sin un discurso 
sustentable, basado en teoría y fundamentos científicos, no 
se podrá lograr ningún cometido.
Los auxiliares tecnológicos facilitan nuestra tarea, nos acercan
y comunican con mayor eficiencia, pero el pensamiento, 
la suma del conocimiento sólo puede lograrse mediante 
la lectura, la investigación, el análisis y la reflexión de 
los aspectos planteados.
Los grandes fotógrafos que plasmaron imágenes 
emblemáticas fueron, en su mayoría, ávidos estudiosos 
más del pensamiento que de la técnica.
Si hoy nos fascinamos con las obras de Nadar, Capa, 
Man Ray, Avedon o Newman es porque tuvieron, además, 
un conocimiento previo, un estudio del mensaje y una 
reflexión puesta al servicio de sus obras maestras. La 
mayoría de ellos, y según su momento histórico, no sólo 
se valieron de la cámara sino que dispusieron de otras 
disciplinas que nos posibilitan admirar su producción. El 
“gran Nadar” (1820-1910) se inició en la fotografía trayendo 
su bagaje del campo de la caricatura, lo que le permitió 
captar con muy fina sensibilidad, en los inicios de la 
historia fotográfica, “el alma del fotografiado”, como 
muchos investigadores han dicho.
Man Ray (1890-1976) es quizá el más destacado en 
cuánto al uso de herramientas visuales, ya que –si bien 
es uno de los “laboratoristas” más renombrados del 
primer cuarto del siglo XX- es también uno de los 
representantes más importantes de las películas 
surrealistas de su época y referente destacado de 
este movimiento. Fue el propio Man Ray quien alentó 
a Luis Buñuel en el ingreso de éste en el mundo del cine 
a través de la propuesta que le efectuara para la realización 
del emblemático Un perro andaluz.
En el panorama de la fotografía argentina, Horacio Coppola 
(1906), ha dejado un entrañable documento visual a través 
de la filmación de la construcción del obelisco de la ciudad de 
Buenos Aires, y dos cortos realizados en Berlín y Londres, 
respectivamente, con la impronta de su paso por la Bauhaus.
Robert Capa (1913-1954), se valió del uso de la filmación 
para reforzar su elocuente mensaje de la Guerra Civil Española.
Henri Cartier Bresson, (1908- 2004) que también filmó 
varios documentales sobre la Guerra Civil Española, la 
ocupación y liberación de París, y fuera asistente del 
director Jean Renoir, proviene del campo de la pintura, a 
la que le dedicó los últimos años de su vida como un regreso a
sus comienzos artísticos.
Joan Fontcuberta (1955) transitó el mundo de la fotografía 
para dedicarse luego a la investigación y análisis de la fotografía 
desde el campo de la semiología de la imagen.
Estos breves ejemplos dan cuenta, por lo tanto, de la incidencia 
que la imagen siempre ha tenido en otras disciplinas como 
representación de la cultura de su época. Así, nos permite 
entender la fascinación que aún hoy nos sigue despertando y 
la importancia ineludible que en toda carrera de grado tiene, 
dentro del ámbito del Diseño.

Referencias bibliográficas
- Alvarado Pérez, M. (2006) Memoria del 9° Congreso 
de Historia de la Fotografía: El “otro” y el automatismo 
bajo la fascinación de la máquina. Rosario: Sociedad 
Iberoamericana de Historia de la Fotografía. 
- Barthes, R. (1989) La cámara lúcida. Nota sobre la 
fotografía. Buenos Aires: Paidós. 
- Brassai (1968) The Museum of Modern Art. Nueva York. 
- Coetzee, J. M. (2005) Hombre lento. Barcelona: Mondadori. 
- Incorvaia, M. (1995). Memoria del 4° Congreso de Historia 
de la Fotografía: El uso de la fotografía en los textos escolares. 
Buenos Aires: Sociedad Iberoamericana de Historia de la Fotografía. 
- Sorlin, P. (2004) El ‘siglo’ de la imagen analógica. 
Los hijos de Nadar. Buenos Aires: La Mirada. 
- Valenzuela, M. (2000) Revista Comunicación y Medios 
N° 12. Santiago. Universidad Nacional de Chile.

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