Las ideas de Marshall McLuhan acerca de la naturaleza de los medios de comunicación, el constante aumento de la velocidad en la comunicación y la necesaria base tecnológica para la comprensión de quiénes somos llegan nuevamente de la mano de su clásico libro “El medio es el masaje”.
Llevando por título esta intencionada deformación de “El medio es el mensaje”, la histórica frase pronunciada por el filósofo, profesor y teórico canadiense que resume que la forma de un medio se incrusta en el mensaje, creando una relación simbiótica en la que el medio influye en cómo éste mensaje es percibido; las cuatro décadas transcurridas luego de su revolucionaria aparición lo continúan convirtiéndolo en un texto de culto.
Firmado en compañía de Quentin Fiore, un famoso y reconocido diseñador gráfico editorial estadounidense, y coordinado por Jerome Agel, el volumen publicado originalmente en 1967 desarrolla “un inventario de efectos” que opuestos al tradicional método de la imprenta juegan con los aspectos gráficos de la palabra escrita.
“El medio, o el proceso, de nuestra época -la tecnología eléctrica-está reorganizando y estructurando los patrones de la independencia social, así como cada aspecto de nuestra vida privada. Nos está obligando a replantear y revaluar prácticamente cada pensamiento, cada acción y cada institución que antes dábamos por sentado”, se señala desde uno de los capítulos, antes de pasar a explicar el por qué en aquella época todo estaba cambiando: el ser humano (usted), la familia, el barrio, la educación, el trabajo, su gobierno y hasta la relación con “los otros”.
Dueño de un diseño innovador y mayúsculo, que incluyó particularísimas imágenes e ilustraciones, además de una colección de diferentes tipografías y efectos de lectura, en su obra el erudito profesor explica que “todos los medios son prolongaciones de alguna facultad humana, psíquica o física”. Para luego pasar a ejemplificar que el libro es una prolongación del ojo, la ropa una prolongación de la piel y el circuito eléctrico una prolongación del sistema nervioso central, y desarrollar más ampliamente esta idea: “Los medios, al modificar el entorno, suscitan en nosotros percepciones sensoriales de proporciones singulares. La prolongación de un sentido cualquiera modifica la forma en que pensamos y actuamos, la forma en que percibimos el mundo”. Por eso “cuando estas proporciones cambian, las personas cambian”, concluye.
Relanzado por La Marca Editora, el material que toma la traducción realizada por la profesora argentina Elena Arguedas redefine los términos medio (extensión del cuerpo humano) y mensaje (no se limita solo a la información, sino a todo cambio que ese medio provoca en las sociedades), ante el eléctrico avance de nuevos actores como, por ejemplo, la televisión. Y tras arribar a la conclusión de que el contenido enmascara la modificación del medio, se asegura que ambos funcionan en pareja ya que uno contiene al otro.
Un volumen imprescindible que analiza el creciente impacto que los medios de comunicación -ya por esos años- se encontraban ejerciendo sobre las sociedades occidentales, además de vislumbrar la transformación que las nuevas tecnologías de la información producirían en las civilizaciones futuras.
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