Las ilustraciones son muy originales y llamativas, en colores más bien oscuros y apagados, que acompañan perfectamente esta historia “tenebrosa”. Los juegos de palabras, característicos no solo de este libro sino de toda la colección, lo convierten en un libro muy divertido de contar y escuchar.
Descubrí este libro gracias a la recomendación de los libreros de El Enebro. Conocí primero El cavaré de las hormigas, de los mismos autores, y me gustó mucho, pero al poco tiempo compré este y me gustó aún más. Me parece interesante, además de lo gracioso de la historia, la manera de mostrar el momento previo a irse a dormir de un niño, los miedos que suelen aparecer y la forma de resolverlos, al comprender que los monstruos también pueden ser simpáticos y amigables. Por suerte, Jazmín se enganchó con la historia tanto como yo, y puedo decir que es uno de los primeros libros que le conté y se quedó escuchando y viéndolo hasta el final.