por Pablo Díaz Marenghi
Su identidad es un misterio. Se sabe que nació en Bristol, alrededor de 1974, y las hipótesis sobre su identidad son variadas. Algunos sostienen que se trata de Robin Gunningham, exalumno de una escuela privada de Bristol. Otros sostienen que es el pintor y decorador Robin Banks, el artista Damien Hirst o el cantante de Massive Attack Robert del Naja (3D), hipótesis que cobró fuerza por declaraciones del DJ Goldie en junio de 2017 . Algunos llegan a creer que no es una sola persona, sino que se trataría de un grupo nucleado bajo el nombre BANKSY. Lo cierto es que, a fuerza de talento, mensajes contestatarios y críticos con la sociedad de consumo, los abusos de poder y el sistema capitalista, Banksy forjó un sello propio inconfundible que marcó a fuego la cultura pop contemporánea.
Heredero de artistas como Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat y de grafitteros como Blek Le Rat (notoria influencia) Bansky dio sus primeros pasos en los muros de su Bristol natal durante los años noventa. En 1999 abandona su ciudad para irse a Londres y comenzar a inundar de mensajes cargados de ironía, sátira y crítica social corrosiva a la capital británica. Se pasó del grafitti al stencil para poder escapar más rapidamente de la policía y de las cámaras de seguridad. Como dice Patrick Potter en su libro Banksy: usted representa una amenaza tolerable y si no fuera así ya lo sabría (2017, La Marca Editora): "es un producto de la cultura de la vigilancia". A esto se le suma el uso de la capucha en sus operaciones, casi un sinónimo de ser sospechoso de un crímen, algo que Potter compara con la frenología de Cesare Lombroso para detectar delincuentes según el tamaño de su cráneo.
Banksy dejó en ridículo más de una vez a los circuitos cerrados de cámara, como la obra que realizó en 2008 en el muro de la playa de estacionamiento de la oficina de correos en Newman Street, One Nation Under CCTV, inspirada en el disco One nation under a groove (1978), de Funkadelik. Declaró Banksy: "Necesito que alguien me proteja de todas las medidas que estan tomando para protegerme". Afirma Potter: "A Banksy le gusta recordarnos que las fuerzas de seguridad que nos espían están tremendamente aburridas, mal pagas y probablemente no estén siquiera observando las pantallas".
La ubicación de sus obras es lo que termina de completar su sentido. Al estar en las paredes, en las calles, en las baldosas sin necesidad de ninguna autorización oficial, estas no son murales, muchas veces duran poco tiempo y luego son tapadas; son efímeras, ahi radica su potencia. Funcionan sólo en ese contexto. Muchas veces Banksy interviene carteles borroneados de estacionamientos, camiones cisternas o avisos publicitarios. Dice Potter: "el arte callejero (...) es en sí mismo una crítica a la idea misma de propiedad. Es la ilegalidad lo que lo define. Si no hubiera daño a la propiedad no sería arte callejero".
Su estilo indaga sobre los estímulos hacia el consumo desenfrenado o el culto a figuras de moda, como Ronald McDonalds o el ratón Mickey. Esto se ve, por ejemplo, en el estencil en donde ubica a un grupo de niños izando una bolsa de nylon de un supermercado cual si fuera una bandera. Además la infancia, es una figura recurrente en su obra. Como si el autor intentara advertir al resto de la población de los peligros que amenazan el futuro de las generaciones venideras.
En sus dibujos predominan los blancos y negros bien contrastados y se alternan figuras cotidianas con elementos de la cultura pop. También son célebres sus obras en el muro que separa Israel de Palestina, lo que le ocasionó problemas de seguridad graves y le trajo acusaciones de demagogia y frivolidad al convertir involuntariamente una zona de conflicto bélico permanente en una atracción turística. La seriedad de sus proclamas visuales suele combinarse con una cuota de humor. Dice Banksy: “El grafitti es una de las pocas herramientas de que disponemos si no tenemos casi nada. Y aunque no logremos con una pintura subsanar la pobreza del mundo podemos hacer sonreír a alguien cuando está meando contra la pared". Suele ridiculizar a fuerzas de seguridad o a sujetos de saco y corbata que aparentan ser hombres de negocios. En palabras de Potter: "El estilo de Banksy se consolidó en dirección a algo inmediatamente reconocible y efectivo en su habilidad para comunicar su enojo, pero con una mirada divertida ante la vida moderna".
Su carrera no ha sido tranquila y amena ni mucho menos. No sólo ha tenido que escapar, cual cazador furtivo, de la vigilancia estatal. Sino también ha tenido conflictos con otros artistas. Quizás el más célebre haya sido el entablado con King Robbo, grafitero inglés de la vieja escuela. Robbo cuenta en el libro London Handstyles (2009) un encuentro con Banksy en donde este negaba conocerlo. Esto encendió la mecha de una guerra de egos en donde los artistas se "atacaron" mutuamente interviniendo las obras de uno y de otro.
Otro enemigo célebre de Banksy fue Frank Radtke, de New Orleans. Conocido como "El fantasma gris", este cubría de color gris los grafittis, stenciles y demás pintadas callejeras que se cruzaran en su camino. Banksy lo ilustró como un zombie de rostro negro, que vestía un mameluco roñoso y lo utilizó como personaje en sus obras, cubriendo alegres flores o colores vivos. Quería demostra que lo que Radtke hacía, bajo un supuesto halo de "higiene urbana", era, más bien, un ataque a la libertad de expresión callejera.
En 2015 lanzó un documental dirigido por él, Exit through the Gift Shop, que recibió una nominación a los Premios Oscar. Allí cuenta su relación con Thierry Guetta, un videoaficionado que dedicó años a filmar a artistas callejeros y que, por iniciativa de Banksy, terminó convirtiéndose él mismo en un artista. Hoy conocido como Mr. Brainwash (MBW), algunos lo ven como una jugarreta más del británico y hasta él mismo llegó a declarar a la prensa: "Quizás yo sea una obra de arte de Banksy". Finalmente Banksy termina diciendo que nunca más le recomendará a nadie que se convierta en un artista.
Su obra no se reduce sólo a los esténciles, piezas que lo catapultaron a la fama. En 2015, con ayuda de varios artistas, montó Dismaland, una especie de "Parque de depresiones" que, bajo el prisma de Disney World, exponía las miserias de la humanidad: refugiados árabes escapando en un bote atiborrado, un castillo del terror, autorretratos hechos de espaldas, empleados de seguridad depresivos y malhumorados dispuestos por todo el predio, un tobogán de aguas tóxicas que salía de un camión hidrante de policía, un carroaje de Cenicienta volcado, minigolf hechos con barriles de desechos tóxicos y demás atracciones depresivas.
En marzo de 2017 inauguró el hotel Walled Off. De impronta similar, el complejo se jacta de ser "el hotel con las peores vistas del mundo" ya que sus ventanas dan a la frontera palestino-israelí. Cuenta con diez habitaciones, que pueden rentarse, que sólo reciben 25 minutos de luz solar diaria. Piezas de Banksy decoran todo el lugar. Además, posee una galería de arte en donde artistas palestinos pueden mostrar y vender sus obras y un museo en donde se cuenta la historia de la región, reivindicando la causa palestina. Quizás esta instalación haya sido consecuencia de las críticas recibidas por sus pintadas en el muro años atrás. Opina el autor en uno de sus libros publicados: “Los grandes crímenes del mundo no son cometidos por la gente que quiebra las reglas sino por la gente que sigue las reglas. es la gente que sigue las órdenes la que lanza las bombas y la que masacra las aldeas". También logró llegar a las galerías de arte, como cuando colocó el busto de un cardenal con el rostro pixelado (en un guiño crítico a los abusos de la Iglesia) en la Galería Walker de Londres en 2011. Eso sí: esa vez tuvo que pedir permiso.
Es obvio que un artista tan controversial no puede mantenerse ajeno a las críticas. El artista plástico español Domingo Zapata dijo sobre él: "Banksy tiene su forma de llamar la atención. No es algo con lo que estoy completamente de acuerdo. No es necesario generar caos para poder crear. Puede influir en gente joven que empiece a grafitear y eso es peligroso. Pueden ir a la cárcel. Mucha gente se cree que como él lo hace ellos también lo pueden hacer". Otros, lo criticaron por las subastas de sus obras, que decoran las casas de famosos como Angelina Jolie o Jude Law. Su graffiti "Love is in the air", por ejemplo, fue vendido en 249 mil dólares, según el sitio Cultura Colectiva.
Pese a esto, Banksy toma nota de las críticas e intenta mantenerse ajeno al mercado del arte. Sabe que la rebeldía, también, puede crear su propio mercado. Siempre que puede boicotea su propia obra y hasta discute la noción de autor (ya que al haber creado un estilo tan reconocible e imitable desde el anonimato se vuelve casi imposible certificar su autoría). Como decía el filósofo Michel Foucault, el nombre de un autor “no es simplemente un elemento en un discurso (...); ejerce un cierto papel respecto de los discursos: asegura una función clasificadora; un nombre determinado permite reagrupar un cierto número de textos, delimitarlos, excluir algunos, oponerlos a otros. Además, establece una relación de los textos entre ellos”. Foucault, que desarrolló estas ideas en su célebre conferencia “¿Qué es un autor?”, sostiene que “el hecho de tener un nombre de autor (…) indica que este discurso no es una palabra cotidiana, indiferente, una palabra que se va, que flota y pasa, una palabra inmediatamente consumible, sino que se trata de una palabra que debe ser recibida de un cierto modo y que debe recibir, en una cultura dada, un cierto estatuto”.
El accionar más reciente de Banksy ha sido denunciar el encarcelamiento de la artista turca Zehra Dogan mediante una pintura gigante en Nueva York. La artista kurda, también periodista, fue acusada de pertenecer a una organización ilegal, y sentenciada a 2 años, 9 meses y 22 días de prisión por haber difundido un cuadro de su autoría en donde mostraba los bombardeos y masacres llevados adelante por el gobierno turco. Mientras tenga cosas para decir, Banksy seguirá pintando cuanta pared libre encuentre, torciendo los límites una y otra vez entre arte y vandalismo, poesía y denuncia, legalidad e ilegalidad. O, en sus propias palabras: "El poesta produce poemas. El pintor produce pinturas. El criminal produce crímenes. Si usted puede hacer las tres cosas al mismo tiempo seguro que los va a dejar muy confundidos".