Santiago García Navarro
Con Cuba tuve una relación emocional muy intensa desde el primer encuentro", dice Pablo Cabado, fotógrafo porteño de treinta y pico que el próximo 30, en el ICI, presentará su libro Laminares , producto de una década de visitas, y a veces largas temporadas, a la isla de Fidel.
Luego de doce años, en 1993, el artista volvió a la Argentina con una valija llena de créditos. De adolescente, se había ido a México con sus padres y desde entonces vivió alternativamente en ese país, Cuba, Francia y Estados Unidos. Se formó en el Taller de los Lunes, que conducían Pedro Meyer y Graciela Iturbide _dos de las miradas más soberbias de la fotografía mexicana contemporánea_, se alzó con la prestigiosa beca Mother Jones for Documentary Photography y fue elegido por el ICP de Nueva York como joven fotógrafo del año.
Entre tanto, pasó en Cuba el tiempo suficiente como para meterse en la piel de un nativo. Con esa experiencia construyó Laminares . Más de 40 fotos hilvanan el viaje personal del autor por distintas ciudades de la isla y, sobre todo, por La Habana. Pero no se trata de un libro de viaje. En todo caso, esas páginas podrían tomarse como sutiles fragmentos de una autobiografía. Aunque tampoco es un libro específicamente autorreferencial. Es un libro sobre Cuba, una Cuba vivida y amada cotidianamente, ante la cual el fotógrafo permanece absorto, pero también insatisfecho, porque ese mundo no termina de revelársele.
El primer disparo sobre la isla fue en 1987, cuando Cabado expuso en la Fototeca de Cuba. El viaje inicial y el apoyo de Meyer le bastaron para confiar en que el material fotográfico que había tomado en quince o veinte días era el comienzo de un libro. La presencia del mar en la ciudad, los íconos _Fidel Castro, Martí, el Che y hasta la bandera norteamericana_, el día tras día en la calle, el folklore y también los imprevistos _como el avión abandonado que encontró a la salida de la capital_ conforman el repertorio de imágenes de Laminares. "El libro es el resultado de muchos conceptos previos, pero de ninguno en particular", confiesa el fotógrafo, en quien influyeron por igual el cine, la literatura y las artes plásticas. Así y todo, y más allá del indudable talento de Cabado, de la calidad técnica de su trabajo y de la coherencia visual del conjunto, Laminares puede dejar la sensación de que el tema Cuba , encarado de esta manera, no termina de ser lo suficientemente sólido. Cabado evitó hasta donde pudo la cuestión política, pero cabría preguntarse si Cuba no es, fatalmente, un tema político. Y aunque no se pusiera la mira en el estado actual del régimen, es difícil sostener un conjunto de fotos sobre un país cualquiera sin caer en lo folklórico o en la visión turística. (Robert Frank prefirió hablar de los norteamericanos, no de Estados Unidos. La diferencia es significativa.) Cabado no entra en ese juego, pero tampoco se define del todo por un hilo conceptual _simbólico, poético_ determinado. Hay fotos que sí parecerían ir armando una mirada en ese sentido _como las del cerdo transportado en una bicicleta o el chiquito jugando en la calle_, pero tras una lectura total del libro, cuesta no terminar desorientado por el enfoque vacilante del autor.
Pablo Cabado. Laminares. Con textos del autor y de Rolando Sánchez-Mejías. Editado por La Marca, Buenos Aires, 1999.
Santiago García Navarro