por Angie Pagnotta
Sabemos que las palabras tienen la condición y la capacidad de lograr que un efecto, un modo, un saber o un acervo se hagan carne y, en este sentido, el libro apuesta por la generalización pero en efecto logrado con el libro: contar cómo y por qué se designan ciertas obras y artistas a esa expresión tan masiva pero que aquí, por suerte para los lectores, está tan bien enfocada y fue tan bien lograda por la autora.
A propósito de recabar información para hacer esta reseña, conozco más sobre la autora, y encuentro que Catherine Millet es escritora y crítica de arte Francesa y la Fundadora y directora de Art Press, una de las revistas de arte más influyentes de Francia. Su trayectoria es inmensa, lleva publicados varios ejemplares de libros dedicados al arte y, además, es experta en la obra del pintor español Salvador Dalí y del artista Yves Klein.
Tras leer el prólogo, se sabe que este trabajo implicó diversas investigaciones tanto para la primera como para la segunda edición que es la que La marca editora lanzó. Aquí un trabajo de encuesta a distintos museos de arte moderno dió la pauta y el puntapié inicial de lo que el libro muestra, una serie de apreciaciones justificadas sobre el arte contemporáneo y su campo artístico.
Ya adentrándonos en las páginas del libro, encontramos diversos apartados que serán nuestro pilar o nuestro eje de lectura, pero también son, como todo eje, un punto de partida para que la curiosidad o el interés nos hagan profundizar alguno de los ítems planteados por la autora. A grades rasgos sabremos sobre el mundo del arte (Temporalidad, obras, efectos de novedad, pluralidad, estética) y la realización del proyecto moderno (Materiales, contingencias, narcisimo y el marco social, entre otras)
El libro de Millet también indaga el paso del arte moderno al contemporáneo haciendo un recorrido por los años sesenta donde una gran cantidad de movimientos de vanguardia surgieron pero también momento en el que la sociedad de ese entonces acompañó el movimiento y no lo redujo o menospreció, como quizás ocurrió en otras épocas. Aquí el surgimiento de esta figura fue notoria y Millet se encarga de referenciarlo, marcando el momento en el que el arte se volvió contemporáneo hablándonos de nuestra vida cotidiana.
Por último y, aunque el libro enuncia y detalla muchos tópicos que al lector le interesarán, Millet se refiere al artista, a ese hombre común como cualquier otro que produce, trabaja, vive y respira creación y lo hace indagando en la temporalidad, el efecto necesario y abrumador de la novedad y el modo de interacción con el público, entre otras cosas.
Este es un libro sumamente enriquecedor y completo, idóneo para aquellos especialistas en arte o interesados en él, pero también perfecto para cualquier persona que sea curiosa, esté interesada en indagar más, en conocer en profundo distintos tópicos del arte contemporáneo y, en todo caso, para aquellas personas que, motivadas por la curiosidad, desean conocer de fondo qué nos mueve y nos conmueve de una u otra obra.