Con el verano llegará el momento de leer lo que el año nos dejó, ilusión eterna sobre el tiempo que tendremos para leer lo que separamos en la mesa de luz y nunca abrimos. Una vez más planificaremos —sólo para cumplir con el ritual— lecturas y haremos listas de los libros cardinales que se editaron a lo largo de doce meses y que el invierno nos privó. Como si fuera imprescindible esperar que una rociadura de sol y mar combinados se nos metieran entre los párpados para poder hacerlo.
Empecemos la lista con una reedición: felizmente volvió a las librerías Novelas y cuentos I de Osvaldo Lamborghini (Mondadori), un libro imperdible, un desafío constante, como escribió Pezzoni: “Literatura erigida sobre sí misma y empeñada en destruirse una y otra vez para reiniciarse”. Blanco nocturno, la novela de Ricardo Piglia que acaba de ser elegida como una de las mejores novelas del año, encabezará nuestras prioridades. Para los fanáticos del escritor sueco Henning Mankell, llegó casi sobre el final del año, y publicada por Tusquets, la historia de la joven africana Tea-Bag –personaje que da nombre a la novela–. La huida de Tea-Bag de su aldea y su viaje hacia el norte, desafía deseos y realidades sobre la posible libertad que ofrece Europa. Fondo de Cultura Económica (en una edición conjunta con Siruela) publicó los Cuentos completos de Fiódor M. Dostoievski. Al igual que en sus novelas, el lector encontrará aquí sus temas recurrentes: el delirio de la avaricia, la generosidad del pueblo ruso y los estafadores estafados. Cuentos y relatos libertinos (otra edición compartida por Fondo y Siruela) reúne textos que marcaron las tendencias de la literatura francesa del siglo XVIII: orientalismo exótico, escenas de mirones y muchas intrigas sexuales. Aparecen en esta selección textos de Voltaire, Claude de Crébillon, Pigault-Lebrun y Marqués de Sade, entre otros.
No quiere quedarse afuera de la lista estival el Premio Nobel J. M. Coetzee, por premiado y por que tituló Verano (Mondadori) a la tercera parte de su autobiografía. Treinta años después de El nombre de la rosa, Umberto Eco vuelve a escena con una novela El cementerio de Praga (Lumen), la historia del capitán Simonini, un piamontés misógino y glotón que falsifica documentos. Mi perra Tulip de J. R. Ackerley (Beatriz Viterbo) un libro maravilloso y para nada previsible en el género, un libro sobre “el amor perfecto, pero en sus propios términos; no habla de él, lo da por sentado, y se ocupa, casi del principio al fin, de un asunto que en general pasan por alto quienes escriben sobre sus perros: su vida sexual”.
María Martoccia sigue marcando diferencia con Desalmadas (La Bestia Equilátera), la novela de una enamorada, un ladrón, una madre y una herencia. Dos hermanas alemanas, una malvada y peleadora; la otra condescendiente y amable, viajan conducidas por el chofer y guía búlgaro Apostoloff, la novela de Sibylle Lewitscharoff editada por Adriana Hidalgo. Otras hermanas imperdibles hacen gala de la mejor literatura en Una familia y una fortuna de Ivy Compton-Burnet (La Bestia Equilátera). Si de parientes se trata, no nos olvidemos de Algunas madres también se mueren, de Inés Ulanovsky (Capital Intelectual), una crónica personal que funde memoria, testimonios, opinión y humor; de los Lazos de familia de Clarice Lispector (Cuenco de Plata); de Divorcio de César Aira (Mansalva) ni de los más chicos de la casa. Para ellos una recomendación: la colección La Marca Terrible (de La Marca Editora) todos muy atractivos, se puede empezar por El rey del garrote, ¡Ay! Un monstruo adentro y El cavaré de las hormigas.