La Marca Editora

Hay un conejo en el salón y no lo he invitado yo

Por Nadal Suau

«El mercado condena las novedades a la obsolescencia exprés, la precarización del autor expulsa a los talentos sin red patrimonial»

El conejo superior de Investigaciones Cientificas de España ha publicado un pequeño ensayo de Patricio Pron, No, no pienses en un conejo blanco, cuyo pdf puede descargarse gratuitamente en la web del organismo, y que recomiendo mucho, El libro esboza un estado de la cuestión en torno al papel de los libros (valiosos) y la lectura (reflexiva) en nuestra sociedad, por lo que no sorprenderá que el tono predominante tire a demoledor, como en esta cumbre del escepticismo: «Vivimos tiempos no particularmente buenos, pero tampoco mejorables».

Sin embargo, la de Pron es una inteligencia analítica al servicio de un proyecto colectivo (a supervivencia de «una cultura intelectual y Políticamente viva»), de modo que no se permite jeremiadas: sus argumentos han venido al mundo a trabajar y lo hacen con.
precisión milimétrica, estimulando una respuesta comprometida por parte del lector. "No, no pienses en un conejo blanco plantea la dificultad de una práctica lectora sosegada y no utilitaria en el contexto de esta época regida casi teocráticamente por la velocidad y la aceleración: la comprensión textual disminuye a consecuencia de la escasez de tiempo, el mercado condena las novedades a la obsolescencia exprés, la precarización del autor expulsa a los talentos sin red patrimonial, y los lectores empiezan a tener serias y legítimas dificultades para recordar cuál era el sentido original del tinglado o por qué debería seguir importándoles.

Sin embargo, la impresión que deja el libro recuerda cierta canción de Franco Battiato: es "Una breve invitación a posponer el suicidio! Para revertir el diagnóstico y recuperar el valor desafiante de la literatura, Pron asigna tres retos a tres actores de la industria. El autor debe descubrir «cómo constituirse en mercancía editorial y, al mismo tiempo, no volverse propiedad del mercado ni internal zar sus reglas»; el crítico, ofrecer resistencia al monopolio del lenguaje por parte de la publicidad y la política; el editor, adaptarse a la realidad diversa y pequeña de la demanda (y aquí cita al crítico Gabriel Zaid)

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