«La catedral es un avión de piedra / que puja por romper las mil amarras / que la encarcelan / la catedral sonora como un aplauso / o como un beso». Así, de esta manera, el célebre escritor argentino Jorge Luis Borges describió la Seu en el poema Catedral, publicado en la revista Baleares al comienzo de la década de 1920. Era su segunda visita a Mallorca, que se extendió por casi un año cuando se involucró en círculos juveniles de Palma, donde compartió tertulias con colegas mallorquines como Joan Alomar, Jacobo Sureda, Miguel Ángel Colomar y Fortunio Bonanova, entre otros, un grupo de vanguardia que incursionó en el Ultraísmo, una propuesta estética renovadora que pretendía soslayar aquella literatura poblada de tópicos y convenciones y producir novedad, desparpajo, sacudirse la tradición.
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