Ciudadano Welles recupera las jugosas conversaciones entre el genial cineasta, nacido hace más de un siglo, y su colega Peter Bogdanovich. Mientras que Memorias de un cineasta bolchevique, recoge textos tomados de los diarios y artículos de Dziga Vertov aparecidos en diversas publicaciones rusas, además de tres guiones del Grupo Dziga Vertov que Jean-Luc Godard dirigió entre 1968 y 1972. Ambos tomos fueron editados por La marca editora.
Peter Bogdanovich mantuvo largas entrevistas (entremezcladas con cartas, notas y telegramas) con Orson Welles pero una serie de circunstancias —como la decisión del director de escribir una autobiografía inconclusa— las mantuvieron ocultas al publico.
Ciudadano Welles, recoge numerosas conversaciones que entre los años 60 y principios de los 70 mantuvieron Peter Bogdanovich y su venerado Orson Welles, algunas de ellas en épocas relucientes para el primero y desastrosas para el segundo, ganándose la vida mediante la actuación o la publicidad televisiva, sabiendo que todo dios le considera un genio pero que le resulta titánico o imposible lograr financiación para su cine.
Editada y comentada por Jonathan Rosenbaum, esta recopilación —que el director de El ciudadanoconsideró en última instancia su autobiografía—, refleja su visión de la radio, el teatro, el cine y la televisión, así como irónicas reflexiones sobre los enfrentamientos que mantuvo con el mundillo de Hollywood, y su relación con otros directores y estrellas de la época.
Welles es fascinante, aunque en muchos temas intente evadirse o revisar su pasado. Pero Bogdanovichinsiste sin tregua y Welles acaba contestando. Y habla de muchas de las cosas que le ocurrieron entre El ciudadano y Sed de mal con la que se cierra este libro tan instructivo como apasionante.
Una obra maestra, única y atractiva, imprescindible para conocer la personalidad del genio que puso en marcha uno de los procesos creadores más ricos y complejos del arte contemporáneo.
Por su parte, Dziga Vertov, el padre del documental moderno, uno de los creadores más importantes de la vanguardia cinematográfica, fue uno de los primeros cineastas rusos en usar técnicas de animación y desarrollar ciertos principios fundamentales del montaje en el cine.
Pero Vertov no sólo fue uno de los cineastas de mayor talento, innovación y calidad, también fue el ejemplo, junto a otros realizadores de su misma época, de que el cine puede ser una arma política.
Memorias de un cineasta bolchevique está compuesto por fragmentos de sus diarios del período compuesto en1924 a 1953, artículos sobre la poética del Cine-Ojo, la célebre “Carta a Jane Fonda" y textos que recogen la influencia ejercida sobre la vanguardia rusa y en especial sobre Vertov por Vladimir Mayakovski, él mismo cineasta frustrado. También contiene los guiones Viento del Este, Pravda y Luchas en Italia, de Jean-Luc Godard, que permiten situar con precisión las proposiciones políticas y cinematográficas del Grupo Dziga Vertov.
Una perfecta excusa para acercarse a uno de los cineastas soviéticos más importantes e influyentes a lo largo de la historia, sobre todo, aunque no sólo, en las vanguardias culturales.