Pero finalmente, a más de veinticinco años de su primera aparición en Brasil, y por primera vez trasladado a nuestro idioma, llega a Argentina una de las obras fundamentales del paulista con educación musical erudita, José Miguel Soares Wisnik (click foto 2). En una edición de lujo que viene acompañada por un CD, el texto entrega un completo y complejo bosquejo de la historia del lenguaje musical, en su contracanto con la sociedad y con ciertas construcciones mitológicas, filosóficas y literarias.
Este músico, compositor y ensayista oriundo de San Vicente, un municipio perteneciente al estado de San Pablo, resume -primero técnica y luego metafóricamente- acerca de su propia obra desde la presentación: “(Trata) sobre voces, silencios, ruidos, acordes, tocatas y fugas, en diferentes sociedades y tiempos. Modos escalares en contrapunto con modos de producción. Son dos ángeles, dos astros, dos dioses, dos demonios; música de los hombres, de las musas, de las máquinas”.
Alejado del concepto de “historia”, en su sentido más usual, el autor de otros títulos extranjeros como “Ética” (1992) o “Livro de Partituras” (2004) no abunda en el detalle de los estilos y autores, sus biografías, idiosincrasias y particularidades compositivas. Sino su objetivo se centra en exponer el uso humano del sonido y el recorrido que éste tuvo a lo largo del tiempo.
Profesor de Literatura Brasilera en la Universidad de San Pablo, desde hace más de 30 años, al momento de su creación Wisnik dividió su clásico texto en cinco grandes tramos, que precedido por una descripción general del fenómeno sonoro y sus modos de empleo (en Sonido, ruido y silencio), basa su núcleo central en los capítulos denominados Modal, Tonal y Serial.
El primero de ellos abarca toda la vasta gama de tradiciones premodernas: las melodías de los pueblos africanos, hindúes, chinos, japoneses, árabes y nativos de América (entre otras culturas); incluyendo también la tradición griega antigua y el canto gregoriano, etapas modales de la música de Occidente.
En la segunda parte del ensayo publicado por La Marca Editora este excepcional compositor que trabajó con artistas como Caetano Veloso, Tom Zé y Luiz Tatit, entre otros, recorre el arco histórico que va desde el desarrollo de la polifonía medieval hasta el atonalismo (formación, auge y dispersión tonal en la llamada música “académica” europea), y tiene su momento fuerte entre el alemán Johann Sebastián Bach y el suizo Richard Wagner. Además, también se abarca el estilo clásico.
Promediando el trabajo que fue directamente traducido del portugués por la Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA), Julia Tomasini, llega el desarrollo del Serial, que analiza las formas radicales de la música de vanguardia en el siglo XX, representadas por los compositores austríacos Arnold Schönberg y Anton Webern, y sus expansiones. Las mismas que llevarían luego a la aparición de la música electrónica, y que son comparadas aquí, por contraste, con las tendencias recientes vinculadas a la música repetitiva, o también llamada minimalista.
Por último, este absoluto referente en su país, que supo realizar trabajos musicales para cine, teatro y danza, comenta brevemente el surgimiento de las músicas más actuales (en Simultaneidades) y en donde trata de entregar un lenguaje que evita los términos ultra técnicos, en la medida en que no puedan ser explicados y ejemplificados.
El relanzamiento del volumen publicado originalmente en 1989 se completa con la inclusión de un fundamental disco conformado por casi cincuenta ejemplos, que fueron extraídos algunos de grabaciones existentes (principalmente cuando se trata de las músicas modales), pero producidos casi siempre a partir de sintetizadores y secuenciadores (cuando se trata de músicas tonales y seriales).
Un material didáctico y ensayístico-interpretativo, apto para músicos y no músicos, que como el propio Wisnik aclara “no pretende, finalmente, `traducir´ el `sentido´ -intraducible- de la música”, sino “simplemente aproximarse a ese espacio liminal en que ésta habla al mismo tiempo al horizonte de la sociedad y al vértice subjetivo de cada uno, sin dejarse reducir a otros lenguajes”.
Porque “ese espacio está fuera y dentro de la historia. La música ensaya y anticipa aquellas transformaciones que se dan, que van a darse o deberían darse, en la sociedad”, remata con sabiduría, y desde el ansiado material, el brasileño que ese año cumplirá 68 años.
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