Por Laura Feinsilber
“Nicolás Menza - Pintura Simbólica, Erótica, Metafísica” es el segundo libro dedicado a la obra de este artista argentino (Buenos Aires, 1960) cuyos maestros fueron Teresio Fara, Rubén Rey y Alejandro Puente, quienes lo influyeron no sólo en la creación artística sino en los conceptos filosóficos desde donde tomar posición en el arte y en la vida. El libro está dividido en 8 capítulos, entre ellos, “El arte metafísico de Menza”, texto de Jorge Gracia, profesor del departamento de Literatura Comparada de la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo (EE.UU.). En el comienzo del texto Gracia remite al primer libro sobre Menza, “Reivindicación de la pintura”, medular estudio escrito en 1993 por el Fermín Fevre, en el que hace una fuerte defensa del arte figurativo en momentos en que otras corrientes dominaban el campo artístico.
Entre sus conceptos, Gracia presenta la paradoja de calificar la obra de Menza como metafísica ya que esta pareciera estar muy lejos de la pintura figurativa. Su pintura presenta imágenes de mujeres y hombres, también objetos, como un árbol, una silla. Según Gracia, “Menza nos da sólo lo que Platón llamaría apariencias, copias de copias. Entonces aparece el término perplejidad, la que como Sócrates señala, es el principio de la sabiduría, la que nos lleva a buscar y acercarnos a la verdad”.
Otra de las características de su obra es la luz y la sombra que aparecen en los desnudos, en los espacios cerrados con puertas que aparentemente no conducen a ninguna parte, en las técnicas mixtas sobre el poder de su serie “El Banquete” donde hay muchos cerdos como comensales junto a grotescos bufones a los que no es difícil identificar con la codicia política.
Varios capítulos están escritos por el mismo artista que reflexiona sobre la pintura. Como los orientales, considera el hacer como “un ritual, una ceremonia, en la que debe imperar el recogimiento y la humildad, debe renunciarse a la velocidad y su vértigo, a las facilidades banales, a las modas, a los elogios sin sentido, a los mandatos”.
Menza cree aún en el sentido poético y de belleza de la vida, de allí que en esta “era del vacío se exalta lo explícito, la palabra es explícita, el amor es explícito, la violencia es explícita”. La manifestación de lo obvio es el camino opuesto a la posibilidad de lo poético. Hay “ un aún todavía posible en la poesía, lugar de resistencia que sigue siendo incómodo y maldito”.
En cuanto a la gran carga erótica en su obra, Menza lo confiesa así: “Lo erótico es un fuerte propulsor de adrenalina pura a la hora de enfrentar la tela en blanco. Es erótica la relación desde el primer instante con la pintura toda; es erótico el primer esbozo, los primeros trazos, el pincel recorriendo el territorio virgen de la tela o el papel. Lo erótico está ya en la acción de pintar, en la exploración relacional de las formas y sus espacios”.
Debe agradecerse al artista la generosa inclusión -algo que no es habitual- de dos capítulos titulados “Otras Voces” y “Entrevistas” En ambos hay críticas, notas periodísticas, catálogos, de aquellos que se han interesado por una obra que provoca desafíos. Entre ellos, Rafael Squirru, Rosa Faccaro, Elba Pérez, Julio Sapollnik, Beatriz Vignoli, Alfredo Cernadas, Judith Savloff, Christine Castro Gache, Osvaldo Mastromauro y la autora de esta nota. El libro fue impreso en China por Asunto Impreso en 2018 (224 páginas. 170 fotografías inéditas en blanco y negro y color). Durante 2018 el libro fue presentado en diversas ciudades del país y el mes próximo acompañará una exposición del artista en Roma.