En la proyecto/muestra Correspondencias Visuales se ve a un fotógrafo argentino, Marcelo Brodsky, enviándole una foto al fotógrafo español, Manel Esclusa, otra al brasilero Cassio Vasconcellos, al mexicano Pablo Ortiz Monasterio, otra al fotógrafo y documentalista británico Martín Parr, otra al artista alemán Horst Hoheisel. Correspondencias parece surgir de esta premisa y de este interrogante: ¿qué ocurre si cuando le envío una imagen al otro, el otro me responde? ¿Qué ocurre si esa respuesta no está hecha de palabras sino que toma la forma de una imagen nueva? El proyecto entonces, superpone el ritual de enviar imágenes con el del intercambio epistolar.
Con la curaduría de Valeria González, la muestra Correspondencias Visualesabre el viernes en la Sala C del Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires el viernes 15 a las 7pm.
Constituye la puesta en escena del intercambio visual mantenido en los últimos años entre el fotógrafo argentino Marcelo Brodsky –creador del proyecto- y los cinco artistas mencionados con quienes Brodsky construyó un diálogo que prescinde voluntariamente de las palabras y se concentra en las propiedades de la fotografía para estimular el pensamiento del espectador.
La muestra -formada por 185 imágenes- aspira a dar a la fotografía un nuevo espacio de reflexión artística. El mundo del arte y especialmente el de la fotografía, explica su curadora, está “inmerso en una época en la que las nuevas tecnologías, la inmediatez y lo visual condicionan la comunicación, Correspondencias Visuales forma parte de un proyecto más ambicioso: no sólo se abre el juego a un mero diálogo entre artistas –en el que se desplazan en una línea temporal imágenes con semejanzas dialécticas-, sino que instaura una nueva dimensión de la fotografía como lenguaje: creando un conjunto autónomo de sentido, distinto del de las imágenes que lo conforman. Un sentido que es el resultado de la confrontación, la provocación visual de dos puntos de vista, que al unirse en un diálogo de imágenes, conforman una nueva obra”.
Originado en un primer intercambio con Manel Esclusa –con quien Brodsky se formó como fotógrafo en Barcelona-, Correspondencias Visuales pone en juego los universos culturales y creativos de cada artista al procurar encontrar respuestas visuales a las imágenes que sus correspondientes les proponen, procurando a su vez algún tipo de correspondencia real, convencional o subjetiva en sus aspectos formales o conceptuales entre la imagen recibida y la proyectada con la que continuará el diálogo.
Según Marcelo Brodsky, “el diálogo visual propuesto en Correspondencias Visuales no tiene diccionario. No remite a un diálogo anterior, ni se basa en una tradición estructurada, literaria. El diálogo visual muta, se sacude con rapidez, tiene un tiempo propio, y raíces en la cultura visual del que lo protagoniza. La correspondencia pasa por momentos fluidos y de estancamiento, de comunicaciones inmediatas a otras lentas, postergadas. Hay duda, provocación, espontaneidad. Hay sorpresa, placer, frustración. Si el autor se libera de su Yo creativo como principal referente y ensaya una construcción visual a dos manos, un modo de ver compartido, la fotografía y la creación de imágenes se acercan a la interpretación musical. El resultado es un dúo de imágenes sin partitura, improvisado. Una composición visual, una narrativa subjetiva, que invita a una interpretación abierta. Una poética que sugiere imágenes a un tercero, al que ve, para que se relacione con ellas a través de su propia mirada”.