No son muchos los intelectuales que han logrado combinar las dimensiones crítica y creativa del pensamiento como, desde hace ya tres décadas, viene haciéndolo Paul Virilio. Porque este urbanista y filósofo francés, reconocido fundamentalmente por su crítica a la tecnociencia y por sus trabajos sobre la velocidad, no conforme con escrutar a fondo su propio tiempo, acostumbra a ir más allá de él, vaticinando algún futuro posible. Como si tuviera pasión por la inactualidad.
De ahí el múltiple valor de un libro como La inseguridad del te-rritorio . Primer libro publicado por Virilio, reúne ensayos -escritos entre 1969 y 1975- que nos reencuentran con un período clave del siglo XX y sus temores princiales: la amenaza de la bomba, la guerra fría, el acecho del totalitarismo. Pero, a la vez, nos acercan a las expectativas y proyecciones que un filósofo que por entonces hacía sus primeras experiencias en el campo intelectual, realizaba sobre su futuro, o sea nuestro presente.
Tomando la muerte de Sócrates como una "profecía esotérica para el hombre occidental", Virilio analiza la carrera hacia la muerte en la que particia Occidente gracias al Estado. Según el autor, la razón occidental que, por poner a Sócrates en el camino hacia el hombre perfecto, lo llevó a la muerte, es la misma que, amplificada, conduce a todo Occidente al suicidio al lanzarlo en persecución de un supuesto "Estado perfecto`: "el Estado no libera a los hombres de la fatalidad, es él mismo quien, con su ayuda, la construye". El mecanismo para hacerlo es relativamente sencillo: se siembra el temor ante supuestos enemigos -externos o internos-, se incentivan la sospecha, la vigilancia y la delación con la complicidad de los medios masivos, que toman la denuncia anónima como un modo de participación en programas de entretenimiento e información, organizando un clima de desconfianza e inquietud. Se promueve así la construcción de un Estado protector que, utilizando métodos racionales de represión, realice una sociedad pacificada en la que todo esté controlado.
¿Cuánto de ese mundo temido por Virilio llegó a cobrar cuerpo en la historia? Tal vez más de lo que a simple vista puede parecer. Porque fantasmas tales como la pesadilla del control totalitario, la amenaza de un accidente global, la escalada tecnocientífica puesta al servicio de un dominio bélico o "pacífico`, habrán mudado de ropaje, pero -como el propio Virilio ha mostrado en sus trabajos posteriores- no han abandonado, ni mucho menos, el horizonte de Occidente.